La infancia y la adolescencia son etapas cruciales en el desarrollo emocional. Ambas están llenas de aprendizajes, descubrimientos y desafíos. En ocasiones, estos retos no se expresan con palabras, sino a través de cambios en el comportamiento, el estado de ánimo o las relaciones.

La terapia para niños y adolescentes ofrece un espacio seguro, creativo y respetuoso donde puedan explorar su mundo interior, expresar lo que sienten y desarrollar herramientas emocionales que les ayuden a crecer con mayor bienestar y confianza.

¿Cuándo buscar apoyo terapéutico?

Cada menor es único, pero algunos signos pueden indicar que necesita ayuda profesional:

  • Cambios en el estado de ánimo: tristeza, ansiedad, irritabilidad o estrés.
  • Dificultades en las relaciones con amigos, familia o en el entorno escolar.
  • Problemas de conducta: enojo frecuente, retraimiento, frustración desbordada.
  • Retrocesos en hábitos: alteraciones del sueño, alimentación o rendimiento académico.
  • Baja autoestima o inseguridad sobre su aspecto, capacidades o lugar en el mundo.
  • Dificultad para gestionar emociones intensas como la rabia o la tristeza.
  • Situaciones vitales complejas: separaciones, pérdidas, mudanzas o experiencias de acoso.

Mi enfoque: vínculo, expresión y evolución

Trabajar con niños y adolescentes implica comprender su universo emocional, conectar desde la empatía y respetar su forma de ver el mundo.

Mi enfoque terapéutico se adapta a su edad, intereses y necesidades, y se construye sobre estos pilares:

1. Crear conexión y seguridad

La primera sesión es clave para generar un vínculo de confianza. Me esfuerzo por que cada menor se sienta escuchado, comprendido y acogido, incluso cuando le cuesta poner en palabras lo que siente.

2. Explorar desde su lenguaje

Utilizo el juego, el arte, la conversación o dinámicas adaptadas para facilitar una expresión natural y genuina. El entorno terapéutico se moldea para que se sientan cómodos siendo ellos mismos.

3. Desarrollar herramientas emocionales

Trabajo para que puedan reconocer, entender y manejar sus emociones, fortalecer su autoestima, tomar decisiones y mejorar sus relaciones con los demás.

4. Acompañar sin imponer

Respeto su ritmo, sus tiempos y sus propias metas. Acompaño su proceso sin juicios, permitiendo que sean ellos quienes descubran sus fortalezas y encuentren claridad en medio de la confusión.

5. Integrar a la familia cuando es necesario

La familia forma parte esencial del proceso terapéutico. Colaboro con los padres para mejorar la comunicación, el entendimiento y el acompañamiento emocional desde casa, siempre con sensibilidad y respeto.

Un espacio para crecer, comprenderse y florecer

Mi objetivo es ofrecer un entorno cálido, confiable y adaptado a las necesidades de cada niño o adolescente. Un lugar donde puedan sentirse seguros para explorar, sanar y crecer emocionalmente, sabiendo que no están solos en el camino.

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